Preguntas sobre una Escuela Infantil Waldorf

Debemos ofrecer a los niños ejemplos de vida que ellos puedan imitar: a través de nuestro comportamiento, de nuestro trabajo, de lo que somos y hacemos.

El niño realiza sus primeros aprendizajes en su primera infancia a través de la IMITACIÓN, y a consecuencia de ello, la postura del maestro es fundamental; él es modelo para los niños en sus acciones, actitudes, en su forma de hablar y de relacionarse. A la vez que impulsa, estimula y orienta la actividad diaria, el maestro ofrece imágenes a través de los cuentos, los corros, actividades que el niño puede imitar de forma libre y espontánea, y desde su libertad evocar de forma individual los contenidos y ser genuino y creativo.

Por lo tanto, la primera idea pedagógica es la IMITACIÓN y EL EJEMPLO.

En la Escuela Infantil Waldorf EL RITMO es un principio educativo de gran importancia.

Todas las actividades y experiencias en el aula se desarrollan a través del ritmo.

A diferencia de las rutinas, el ritmo es signo de vida. El ritmo y la vida van unidos.

El ritmo es la alternancia de dos estados polares que entran en relación en un momento, para separarse de nuevo.

El bienestar físico y emocional del niño depende de la interacción equilibrada entre momentos de concentración y de expansión, de actividad y de descanso.

Toda la actividad con los niños en la escuela está guiada e inspirada en el gran ritmo del año. Así, todo nuestro hacer cotidiano, los corros, los cuentos, las canciones, los versos, hacen referencia a la época del año en la que nos encontramos y nos acompañan durante un periodo aproximado de un mes. Eso permite al niño vivenciar y sentir el paso del tiempo, los cambios de la naturaleza y el retorno anual de acontecimientos, que, estimulados por la celebración de las fiestas, son siempre para el niño una gran alegría.

También cada semana tiene su propio ritmo, que podemos vivenciarlo a través de la alimentación y las actividades artísticas; por ejemplo, el día de hacer el pan, de pintar con acuarelas, etc.

El ritmo del día con su alternancia entre actividades de concentración y expansión, armonizando momentos de gran actividad con momentos de descanso.

El niño necesita tiempo para aprender, y la repetición de las acciones permite al niño la vivencia de lo realizado, y por ello le proporciona seguridad, confianza y autoestima.

Los niños desarrollan una buena relación con el mundo natural, aprenden a valorar los bienes y regalos de la naturaleza y a entender el proceso y los patrones de los cambios a lo largo del año.

El niño pequeño aprende haciendo, a través de la imitación. Las actividades artísticas y de la vida cotidiana que realizamos en la escuela son actividades con sentido para el niño. A través de estas actividades, el niño realiza experiencias que le proporcionan vivencias y aprendizajes con significado para él.

De forma rítmica, y siempre según el criterio personal de cada maestro, cada día de la semana realizamos una actividad diferente.

Cada actividad necesita de un tiempo de preparación, de realización y de finalización, y en todo este proceso el maestro y los niños están activos y participativos.

Así, un día pintamos con las ceras de colores. El niño es libre frente a la hoja de papel en blanco y en ese espacio de libertad descubre su propia creatividad, el mundo de las formas y su expresividad anímica. De esta manera, sus dibujos son una expresión de su propio desarrollo interior, y ese es el motivo “mágico” de que cualquier niño del mundo en sus primeros años realice los mismos motivos.

Otro día, modelamos con ceras de abeja teñidos con tintes naturales.

La cera de abeja tiene la propiedad de calentarse y ablandarse al contacto con la palma de la mano y desarrolla y distribuye el calor. El niño ha de calentar la cera antes de modelar. Con el modelado, el niño desarrolla su propia actividad, la motricidad fina, el sentido del tacto y la creatividad.

Un día a la semana, pintamos con acuarelas; en esta actividad, el niño puede jugar y vivenciar las cualidades de los colores. Es para el niño una gran alegría cuando surgen, para su sorpresa, colores nuevos, y en su rostro aparece esa expresión de admiración y sorpresa.

El día comienza recibiendo la maestra a los niños individualmente en el aula, en un espacio que invita hacia el juego libre. Este juego se prolonga durante una hora aproximadamente.

Friedrich Froebel dijo una vez que “El jugar es la máxima expresión de la evolución humana en la infancia, pues sólo el jugar muestra qué es lo sucede en el alma del niño. Es la creación más pura y espiritual del niño y a su vez es una imagen de la vida humana en todas sus etapas y relaciones. Para quien posea un profundo vislumbre de lo que es la naturaleza humana, en el juego que el niño ha elegido libremente se manifiesta todo el futuro sendero de la vida”.

El juego es la actividad natural del niño; por eso le damos mucha importancia en la escuela Waldorf. El juego creativo potencia el desarrollo físico, emocional y social, y permite al niño aprender a través de la investigación, experiencia y descubrimiento. En la escuela Waldorf el niño es libre en el juego, lo que le proporciona un espacio de libertad para desarrollar su fantasía e imaginación.

A través del juego, el niño desarrolla los sentidos, a la vez que descubre las leyes físicas, se socializa y se descubre a sí mismo. Es en el juego donde el niño de forma espontánea evoca las actividades de los adultos y comprende el mundo en el que vive.

Lo importante con el niño es vivenciar que toda actividad tiene un inicio y un final.Y en ese sentido, el maestro encuentra el momento adecuado para intervenir a través de canciones o de una imagen. De esta manera, todo queda en su lugar y preparado para el próximo día.

Después de la higiene personal de cada niño, se realiza la actividad más rítmica y central de la mañana.

Como ya hemos expresado anteriormente, el contenido del corro hace referencia al ritmo del año, y el niño entra en ese contenido a través del movimiento, el canto y la palabra. En estos corros también se vivencia el ritmo de concentración y expansión, y es el maestro el que a través de su actividad muy consciente en sus movimientos, canto, gestos y palabra, se convierte en ejemplo a imitar por el niño.

En estos corros, también el maestro recoge trabajos y profesiones que en la vida actual son necesarios llevar a la vivencia del niño: zapateros, artesanos, recolectores, etc.

Desde la alegría del corro, comenzamos el desayuno, compartiendo y agradeciendo a la naturaleza y a todas las personas que han hecho posible que podamos comernos ese alimento. Es también un momento social, donde el niño comparte y se establece un diálogo.

El desayuno también nos ayuda con el ritmo de la semana, ya que cada día tomamos un cereal diferente.

A continuación, se realizan las actividades artísticas, de las que ya hemos hablado; después, el niño sale al jardín. Ahora el niño puede correr y saltar, moverse libremente en un espacio más amplio. El juego tiene otra cualidad; el niño puede relacionarse con los elementos; la tierra, el agua, etc. También en este espacio, el maestro realiza trabajos de jardinería, en los cuales participan y ayudan los niños, creando una relación y vivencia de la naturaleza.

Después, entramos de nuevo al aula, y en un ambiente recogido, los niños se sientan alrededor de la maestra para escuchar un cuento.

Este momento es de gran importancia en la escuela. Los cuentos tradicionales son imágenes muy profundas de la evolución del ser humano, y el niño las vivencia de una forma natural, ya que en su desarrollo repite todo ese proceso evolutivo. Es por ello que el cuento es un alimento para el alma del niño, a la vez que enriquece el lenguaje, y como todos sabemos alimenta el pensamiento vivo, pues la imagen es el preámbulo del pensar.

El contar un cuento a un niño, supone un trabajo previo del maestro, de llegar a la comprensión y a la vivencia de esas imágenes de una forma consciente.

Y como al inicio de la mañana, el maestro se despide de los niños hasta el día siguiente.

En 1919 se inauguró la primera escuela Waldorf para los hijos de los obreros de una fábrica en Stuttgart. Esta primera escuela acogió a 700 niños y fue el primer paso para la creación de otras iniciativas en diferentes puntos de Alemania y del resto de Europa del Norte.

Actualmente existen en el mundo unas 1600 escuelas infantiles y 800 escuelas de educación primaria, la mayoría en Europa y subvencionadas por los estados. Esta educación ha demostrado su capacidad de adaptación a muchas culturas en América del Norte y América Latina, Israel, Japón, Sudáfrica y ahora a los estados de Europa del Este.

En nuestro país actualmente existen jardines de infancia en Cataluña, Madrid, Alicante, Tenerife,Vitoria, La Coruña y Mallorca. En Madrid la Escuela Libre Micael tiene alrededor de 500 alumnos.

Cualquier maestro Waldorf posee la titulación exigida por la administración del país en el que está ejerciendo, más la formación en pedagogía Waldorf.

Es necesario añadir que la formación de un maestro es una formación continuada, que realiza tanto en el ámbito individual como en grupo con sus colegas, en los claustros y en encuentros con otros colegas en el ámbito nacional e internacional.

Lo que aquí os hemos contado es una pequeña visión del trabajo de los maestros en una escuela para la primera infancia. Pero el currículum Waldorf se adapta a cada etapa del desarrollo del niño, respondiendo a las necesidades físicas, emocionales e intelectuales de cada etapa del niño.

El currículum Waldorf comprende tres ciclos de siete años cada uno:

La primera infancia, hasta los 7 años;

Desde que nace hasta aproximadamente el séptimo año de edad, el niño se desarrolla sobre todo en la esfera de su voluntad. Su principal actividad es la de imitar a los seres que le rodean, y lo que los niños aprenden en esta época a través de la imitación configura el resto de su vida.

Segundo ciclo, de los 7 a los 14:

De los 7 a los 14 años, el sentir, los sentimientos se hacen preponderantes, y el niño vive cada vez más en su imaginación creativa. Está demostrado que, en esta etapa de la vida del niño, sólo cuando el sentir se ve estimulado se aprende de verdad.

Tercer ciclo, la adolescencia y la juventud, de los 14 a los 21 años; mayoría de edad:

El conocimiento de la adolescencia señala una nueva etapa en el desarrollo de las capacidades del alumno: el pensar se hace preponderante. En este momento corresponde desarrollar el propio juicio, y para ello hay que mostrar al joven el camino desde el prejuicio hasta la formación de un juicio de validez universal. A partir de la enseñanza secundaria, el maestro debe impartir el contenido de las materias de manera más conceptual.

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